Las orejas separadas suelen ser efecto de una alteración congénita que afecta al cartílago auricular. Su corrección quirúrgica es sencilla y se realiza bajo anestesia local.
La cicatriz resultante, prácticamente invisible, queda escondida detrás de las orejas, ya que la incisión se realiza justo en esta zona. A partir de esta incisión se remodela el cartílago de la oreja haciendo que se pliegue en los sitios adecuados, reduciendo la profundidad de la concha y resecando la piel sobrante, si es necesario.
Habitualmente se coloca un vendaje que modela perfectamente cada parte de la oreja para facilitar la cura. Una vez retirado dicho vendaje suele ser conveniente llevar por la noche una cinta de tenis durante una semana o dos para evitar que durante el sueño se pliegue la oreja hacia delante.
El resultado de la intervención es permanente y no se modifica con el transcurso de los años. Rara vez es necesario un retoque y las complicaciones, ya sean cutáneas o del cartílago, son excepcionales.
Es muy importante no tocar la glándula mamaria porque así ni la sensibilidad se ve afectada, ni la lactancia se ve comprometida en un futuro.